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A Súchil llega a la papá de 3 años, el viaje había sido por tren. Ese día me despertó mi mamá cuando aún el sol no mostraba sus primeros rayos, la mañana era oscura, apresuradamente salimos de casa rumbo a la estación de ferrocarril, sin saberlo estebamos abandonando el hogar y nos estábamos alejando de mi papá.

Mi papá era un Pan de Dios, muy trabajador, muy acarreador, muy cariñoso, buena persona diría la mayoría de la gente. Pero tenía un defecto muy grande, cuando tomaba se convertía en un pequeño engendro del chamuco y atacaba a quien tuviera enfrente. Unos días antes había golpeado a mi mamá sin razón alguna, los vecinos intervinieron para salvarla. De hecho el primero que la defendió fui yo, yo no sabía lo que estaba pasando, pero creo que dentro de mi sabía que no estaba bien, así que recuerdo que abrace una de sus piernas y le gritaba "suéltala caballo". Nunca supe por que use esa frase pero se quedó grabada en mi mente para toda mi vida. Para mi no es nada agradable platicar esto, es quizás un desahogo hacerlo. Tengo también gratos recuerdos de mi papá pero el hecho narrado los opaco.

Para mi la novedad de ir en el tren observando cada detalle que ocurría, no me permitiría entender el alcance y las repercusiones de esa inesperada partida. Fui pendiente de cada detalle, me grabe los nombres de cada parada que hacia el tren desde la primera parada hasta la ultima en Súchil Dgo. Al llegar lo primero que vi fue el embarcadero y un poco más lejos se veía la alameda, de pronto fui sintiendo que nuevamente se detenía e iba apareciendo un edificio de cantera, era la estación de ferrocarril de nuestro destino. Corrí a los asientos del otro lado para ver ese edificio hasta que el tren se detuvo completamente.

Al detenerse el tren mi mamá me tomo de la mano y bajamos. Permanecimos viendo la majestuosidad de aquel enorme equipo de transporte que se veía imponente desde mi perspectiva. Al grito de "Vamonos" de parte de un empleado del ferrocarril y mientras agitaba una especie de lámpara el tren estaba partiendo rumbo a Zacatecas mientras iba descubriendo edificios como el coreo, el cine Anzures, la alameda, etc.

Pero lo que más me llamó atención la fue frente al primer árbol de la alameda estaban unas personas con sus clásicos sombreros y junto a ellos un burro cargado con dos enormes costales, uno de cada lado. Esa imagen con el burro cargado es la imagen que más me impacta y que nunca he olvidado, pasé frente a ellos y yo seguí sin perder detalle. Mi madre seguía jalando mi mano y como no avanzaba recuerdo que mi madre me cargaba y ya seguía viendo todo desde las alturas.

En un próximo artículo compartiré el momento especial en que llegamos a la casa de mis abuelos.

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