El día que el tio "Pifas" quemo la burra - Articulo de FFGalvez
- Categoría: General
- Publicado: Sábado, 19 Febrero 2022 09:01
- Escrito por Francisco Fernandez Galvez
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- 19 Feb
No recuerdo en qué año seria pero posiblemente fue en el 1965 es posible que estuviera cursando el tercer año de primaria, el caso es que estaba pasando por una tos ferina que me estaba matando, bueno al menos así yo me sentía.
Algunas de las últimas noches e incluso durante el día, llegan a tener fiebres altísimas que me llegaron a hacer delirar e imaginar cosas. Una alucinación recurrente recuerdo que era una especie de trineo que se deslizaba por una pendiente y venia a rematar frente a mi cara, eso pasaba una y otra vez sin parar, se convertía en una verdadera pesadilla.
En aquel entonces el Tío Epifanio Gálvez tenía una burrita color café oscuro a la que apodaba “La Chory”, todos la queríamos mucho, era muy noble y obediente, y acababa de tener una burrita parda a la que yo atendía y la quería mucho.
En esos días alguien le recomendó a mi mamá que me diera leche de burra para calmar la horrible tos que yo traía. Aun con asco me la tome y al parecer si se aminoraba la tos. Pero la temperatura continuaba, mi madre se pasaba la noche bajándome la temperatura con trapitos mojados sobre mi frente e incluso hasta levantándome a meterme en una tina con agua, cualquiera de ustedes se preguntan ¿Y por qué no llevar al doctor?, a ustedes les dejo las posibles respuestas.
Un mañana regreso la calentura, como entre sueños escuche que llego el “Tío Pifas” y le dijo a mi mamá “Ya queme la burra”, “Toma esto para que llevas a Quico al doctor, si no te mueres tu primero de la preocupación”, yo no vi que le dio ni escuche bien lo ultimo pero en mi mente retumbaban sus palabras “Ya queme la burra”.
En mi mente veía a la burra correr entre bolas de fuego y me pare gritando y llorando tremendamente enojado con mi Tío, no sé que le grite, no recuerdo en realidad pero sí recuerdo que ambos iban de calmarme, después de unos minutos me explico mi tío que la había vendido para que me llevaran al doctor, pero yo seguía sin calmarme y el en consolación me regalo aquella pequeña burrita parda.
El “Ya queme la burra” significaba el haberla vendida, el deshacerse de la propiedad de la burra, pero para mí había significado sacrificarla en las llamas, cuestión de términos. Ya que me alivie y me sentí mejor logre entender el bondadoso acto de mi tío.
Así era “El Tío Pifas”, aun en sus años más cuerdos, era un viejo loco, bonachón, dicharachero, y noble. Todo un personaje para los que lo conocieron en sus buenos tiempos.
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